
El Maestro tenía un amor por los demás que sobrepasaba los límites humanos. Lo vemos actuando por las personas de una forma sobrenatural, donde su presencia era requerida aparecía para llevar sanidad, gozo y salvación. Pero además de sanar, el Maestro refrescaba el corazón de los demás, con sus palabras y sus manos siempre estaban prestas para tocar las llagas de los desalientados y los rechazados de la sociedad. Sus manos nunca se cruzaban ante la necesidad ajena, sus manos no se limitaban a un toque, a un saludo, El llegaba hasta la acción, sus manos no se detenían por los prejuicios, por la religiosidad, o las fronteras, al contrario todo esto lo derribaba con un abrazo de amor. Sus manos eran manos de vida. Hablaba con pobres, ricos, pecadores, religiosos, gentiles, samaritanos, romanos, etc.
Sin duda el Maestro es nuestro gran ejemplo de un cristiano que actúa por amor y no por prejuicios. En esta comunidad tenemos muchas necesidades, las familias no tienen muchos recursos para poder tener un estilo medianamente aceptable, que hará la iglesia ante una situación así. Lo mismo que haría Jesús, usar nuestras manos para ayudar al necesitado, al desamparado, al afligido. Convertirnos en cristianos con MANOS DE VIDA.
Comentarios
Publicar un comentario
Dejanos una palabra.