Desde el origen de la humanidad ha existido una especie de “guerra fría” entre el hombre y la mujer, es cierto que dicha lucha se da a causa de la separación del hombre con Dios por medio del pecado. En esta guerra la mujer continuamente ha llevado las de perder, en los albores de la humanidad ya era considerada como un objeto, un articulo más en el hogar. Sin derecho a la palabra y sin merecimientos de halagos o afectos.
En las historias bíblicas se destaca la relación de Dios con las mujeres, utilizándolas y promoviéndolas en un mundo de hombres. En las Escrituras encontramos a grandes heroínas y sabias mujeres que en su momento fueron las voces de la nación hebrea y salvadoras de la misma, o consejeras y ayudadoras maravillosas de los hombres que realizaron el propósito de Dios.
A pesar de ese énfasis en la igualdad de géneros que Dios reseña en sus relaciones con su pueblo. La cultura hebrea se esforzaba en mantener a la mujer en un cuadro inferior y silencioso. No obstante dicha realidad cambia drásticamente con el inicio del ministerio de Jesús.
Jesús no era un teórico, ni mucho menos un legalista que promovía la supremacía masculina. En sus mensajes veremos como involucra a todos ya sean niños, mujeres o ancianos. Para él todos eran parte del maravilloso plan de Salvación. Ante los cuestionamientos de la cultura, Jesús hacia un silencio que hablaba de forma estruendosa y liberaba a las mujeres de las cadenas culturales que las mantenían atadas. En ninguna parte de los Evangelios vamos a encontrar a Jesús tratando a las mujeres como si fueran inferiores en algún aspecto. Cristo ha abierto a las mujeres el Reino de los cielos, como lo ha abierto a los hombres; y a algunas mujeres en especial les dio enseñanzas que otros habrían reservado para los hombres.
Es lamentable que aun en nuestros tiempos las mujeres continúen exigiendo derechos y posiciones que 2,000 años atrás el Maestro ya había establecido para ellas. La iglesia debería ser promotora de la igualdad y equidad de géneros, pero todavía en ella se escuchan voces de confusión y de dogmas que marginan al ser que es la corona de la creación. Alabamos los avances que se han logrado y que nos han traído desde la habitación del silencio a grandes ministras, pastoras, profetas, misioneras, maestras y más. Que desde nuestros pulpitos o desde una silla en la iglesia son dignas representantes del Reino.
Con el permiso de los conservadores tomare un fragmento de una canción de un artista secular latinoamericano, que entre sus canciones alaba a las mujeres.
“Mujeres. Que hubiera escrito Neruda
Que habría pintado Picasso
Si no existieran musas
Como ustedes.
Mujeres, lo que nos pidan podemos
Si no podemos no existe
Y si no existe lo inventamos por ustedes
Mujeres”
¡Es el tiempo de la mujer!
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