Estas
han sido semanas muy agitadas en nuestro país, parece que ciertas copas ya no
aguantan más y se están derramando. La palabra protesta ha sido el pan nuestro de
estos últimos días y el asunto según se ve va para largo.
Yo
no soy economista, de matemática solo se lo básico (sumar, restar, multiplicar
y tal vez dividir). Sin embargo percibo una raíz de todo este mal que va más
allá de lo político, económico y social. El problema de nuestro país es el
siguiente “Falta de Temor a Dios”. Por mucho tiempo se ha dicho que nuestros
dirigentes nacionales son personas indolentes, pero en realidad lo que no
tienen es temor de Dios, dicen que son corruptos, pero la realidad es que no
temen a Dios. Se habla de que no son asequibles, esto también es por la falta
de temor a Dios.
No
estoy espiritualizando el problema, estoy mirando la autentica causa del mismo.
Un hombre que teme a Dios no es corrupto, no es orgulloso, no es deshonesto. Un
funcionario que ame a Dios y le tema es un funcionario que también amaría a su
prójimo porque una acción provoca la otra. 900 a.C. (aproximadamente) Salomón
inspirado lo dijo en Proverbios 29:2 “Cuando los justos gobiernan, el pueblo se
alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime”.
A
nuestros gobernantes les falta justicia, pero la justicia que solo alguien con
temor de Dios puede exhibir. Es responsabilidad de la iglesia orar por la
misericordia de Dios para nuestra nación y por un corazón sensible a Dios en la
clase gobernante. Es imperante que en
nuestra patria se produzca una revolución, pero no en base a armas, violencia,
muertes, etc. Más bien fundada en solidos principios espirituales
Es
asombroso ver como la fe cristiana que evidenciaban nuestros padres de la
patria esta ausente de muchos que nos dirigen hoy, pareciera que han entendido
que no se puede ser político y a la vez cristiano lo cual es una vil mentira.
Deben resonar nuevamente las palabras de Juan Pablo Duarte al declarar: “Trabajemos
sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la Justicia de nuestra causa
y en nuestros propios brazos”.
Nuestra
sociedad esta cansada de teorías, necesita acciones, esta harta de buenas
intenciones necesita actos. Pero este llamado a la justicia solo pueden
asumirlo hombres y mujeres con temor de Dios. Si nuestros gobernantes miran al
cielo los gobernados harán lo mismo, mientras llega ese día (ojala llegue)
enfoquémonos en lograr lo que realmente necesitamos, una “ Reforma Espiritual”
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