Dios no le dio a Adán una persona para que fuera su vocera, ni para que lo dominara, ni para que se encargue de sus labores cuando él así lo demandara, tampoco para que sea su proveedora y menos aún su cuidador. Lo que le falta al hombre es, un ʿēzer kenegdô, «una ayuda adecuada y Dios la proporcionó, la palabra clave aquí es idónea, esto se refiere a lo adecuado o apropiado para algo o alguien. Ser idóneo es aportar lo que justamente necesita o es adecuado para el otro. Reflexionando sobre las grandes demandas en el matrimonio me he dado cuenta que la mayor necesidad de un cónyuge no es económica, ni de alimentación, ni física, ni siquiera de acompañamiento; la mayor necesidad de una persona es de paz. Dios vio que el hombre estaba solo y esto no era bueno. Una persona sola no está en paz, aunque así lo parezca. La inquietud y el estrés se tornan insoportable para alguien que tiene mucho trabajo y que además está solo. La soledad es el peor conflicto que puede enfrentar una persona ya...
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